LA ATRACCIÓN


LA ATRACCIÓN MUTUA





La atracción interpersonal o mutua podemos definirla como un fenómeno de “INTERACCIÓN AFECTIVA” sustentada en la predisposición a la AFILIACIÓN SELECTIVA, pero con un tremendo componente afectivo, conformando una especie de continuo bipolar, con dos extremos (amor o agrado - antipatía o repulsión) y varios niveles. Así ha sido definida como “el juicio que una persona hace de la otra a lo largo de una dimensión actitudinal cuyos extremos son la evaluación positiva (amor) y la negativa (odio)

Pero, como cualquier ACTITUD, conlleva dimensiones comportamentales (p. ej. Estar el máximo tiempo posible con quienes nos atraen), afectivas (sentimientos de alegría, empatía, bienestar y felicidad) y cognitivas (pensar que una persona que nos atrae o gusta tiene muchas otras características positivas).

MEDICIÓN DEL AGRADO

Teorías cognitivistas:


a) La Teoría sobre el equilibrio de Heider se centra en la constatación de que aquellos cuyos razonamientos, opiniones, valoraciones y sentimientos son congruentes y compatibles con los nuestros, son los que más nos atraen al proporcionarnos equilibrio cognitivo.

b) La alternativa que ofrece Newcombe se basa en que nos sentimos atraídos por quienes confirman nuestras creencias, pues nos proporcionan seguridad en nuestro sistema de valores y actitudes

c) Por último, Festinger establece que mediante la comparación social preferimos y sentimos atracción por quienes piensan, sienten u opinan como nosotros ante los diversos acontecimientos o realidades que dan significado a nuestras propias creencias sociales.


Teorías conductistas:


Postulan que nos resultarán más atractivos y agradables quienes nos proporciones por asociación o refuerzo estimulaciones gratificantes o vivencias placenteras, lo cual explica, en sentido inverso, el que nos resistamos a ser portadores de noticias desagradables, para que no nos vean asociados al evento negativo y opten por “matar al mensajero”


a) Aronson y Linder establecen un postulado general de recompensa-coste (evaluación positiva-negativa), según el cual una ganancia en estima es una recompensa más poderosa que una estima invariable y, al revés, una pérdida de estima es un castigo más poderoso que una estima negativa invariable; así, nos sentiremos más atraídos por quienes inicialmente tienen una evaluación negativa de nosotros y van evolucionando en un sentido positivo, que por quienes siempre han mantenido una evaluación positiva hacia nosotros, y a la inversa, nos resultarán más desagradables quienes pasan de una evaluación inicial positiva hacia nosotros a una negativa que aquellos que siempre han mantenido una evaluación negativa (lo cual explica por qué los chicos se sienten más atraídos por las chicas que se muestran más esquivas o“difíciles” al principio).


b) Por su parte Homans y Thibaut y Kelley, en su Teoría del Intercambio, explican la interacción social como un canje o intercambio de recompensas materiales y no materiales, es decir, como un proceso de refuerzo mutuo, de modo que nos resultan más atractivos quienes nos proporcionan una mayor cantidad de elementos gratificantes y nos supongan menos costes. El resultado positivo o negativo de una interacción depende, además del saldo final de costes y beneficios, de la comparación de dichos resultados con un patrón interno, subjetivo e individual–nivel de comparación subjetivo–.


Como vemos, las explicaciones conductistas y las cognitivas son complementaria. Ambas se basan en un mecanismo similar, a saber, el refuerzo positivo que supone la congruencia y el equilibrio cognitivos y el refuerzo –negativo en este caso– que supone la reconciliación (reequilibrio) tras un desajuste o pelea y el castigo que supone la disonancia o incongruencia.


ATRACCIÓN Y ADULACIÓN


En la base de la atracción interpersonal existen mecanismos perceptivos de las personas conocidos como“TEORÍA DE LA ATRIBUCIÓN”,que aluden al intento de las personas corrientes de comprender las causas y las implicaciones de los acontecimientos que presencian y experimentan, de modo que nuestras acciones están controladas por cómo percibimos un acontecimiento más que por lo que realmente sucede, tendiéndose así un puente entre la información que nos llega y el significado que tiene para nosotros, de modo que organizamos la información de la conducta de los demás en unidades significativas, estableciendo inferencias sociales.


De esta forma, el modo en que percibimos a los otros –y no como realmente son– es decisivo a la hora de inferir conclusiones sobre la persona percibida, (obviamente la percepción y, las inferencias sobre un individuo pueden cambiar de un perceptor a otro). En este marco surge la adulación como táctica para producir atracción en los demás y agradar: el adulador intenta convencernos de que le agradamos, para ganarse nuestro agrado y afecto para satisfacer otras motivaciones.


. El adulador utiliza hasta cuatro tipos de tácticas para lograr atraer a la otra persona :


a) la adulación directa mediante cumplidos

b) el señalar semejanzas reales o ficticias en temas importantes entre el adulado y él

c) presentar una autoimagen favorable


d) el hacer o devolver favores sin exagerar, para que el receptor no se sienta en deuda


Como vemos, pueden ser irresistibles pues el adulado llega a creer que realmente gusta; la atracción no es real pero “ingenuamente” cree en ella y actúa conforme a esta convicción. En suma, debemos tener cuidado, pues nos atraen, y mucho, las personas que muestran acuerdo con nosotros, aquellos a quienes gustamos, las que nos halagan y las personas que nos valoran positivamente... aunque no lo sientas, siempre y cuando nos parezcan sinceros y no se les note la adulación.


FACTORES QUE FAVORECEN LA ATRACCIÓN

Unos son necesarios, aunque no suficientes, como sucede con los situacionales que conforman el escenario o marco para que pueda surgir la relación; mientras que otros son los realmente dirimentes tal y como sucede con las características de la persona.


A) SITUACIONALES:


La proximidad física y/o espacial: Para que se desarrolle atracción entre dos personas deben estar dentro del mismo campo perceptivo (esto es, deben contactar y relacionarse de alguna manera) y esto en base a diversas razones tales como:


la accesibilidad de las personas cercanas


el que desde pequeño se nos inculque a no tratar con extraños


el que la proximidad incrementa la familiaridad y, ésta, la atracción pues “el roce hace el afecto” –es lo conocido como “efecto exposición”: la percepción repetida de un estímulo inicialmente neutral o positiva lleva a una mayor atracción hacia el estímulo, aunque si el estímulo es inicialmente negativo, salvo que cambie, el desagrado será mayor


el efecto de la semejanza percibida puesto que las personas de un mismo escenario, que conviven o comparten mucho tiempo, suelen acabar pareciéndose y, si no lo hacen, nos lo parece para no generarnos disonancia cognitiva o desequilibrio.


La frecuencia temporal de la relación: Es la lógica consecuencia de lo anterior, pues la proximidad física propicia una mayor frecuencia de contactos interpersonales y éstos potencian la atracción, mientras que la distancia –espacial y temporal– disminuye y propicia la indiferencia y el olvido. Ya en los años 50 Festinger y col. demostraron que aprendemos a agradar a aquellos con quienes interactuamos frecuentemente, constatándose en diversos estudios posteriores que el contacto repetido aumentaba el agrado (A veces la anticipación o presunción de que tendremos que interactuar con alguien desconocido –salvo que tengamos prejuicios hacia él– ya nos predispone a sentirnos atraídos favorablemente hacia él, según un mecanismo perceptivo de categorización selectiva de las cualidades deseables de él.


B) CARACTERÍSTICAS DE LA PERSONA:


La apariencia física: Como ya estamos viendo la atracción interpersonal no es tan misteriosa, sino que sigue determinadas reglas:


Las personas tienden a acercarse a aquéllas con quienes interactúan frecuentemente y con aquellas cuya apariencia física le es agradable, de hecho a esa apariencia le llamamos atractivo físico; pero ese atractivo no es algo universal, ni inter ni intraculturalmente


Las definiciones del atractivo físico están moldeadas por los estereotipos culturales de cada momento histórico; pero aún dentro de una misma cultura, el atractivo está tanto en los ojos del observador, cuanto en las características de la persona observada, influyendo también en la percepción de tal atractivo el conocimiento de que tal persona posee rasgos de personalidad deseables.


Esta importancia del atractivo físico, subjetivo no cabe duda, pues el chico o chica que Vd. encuentra atractivo puede no serlo para otros, se manifiesta ya en los niños pequeños, llegándose incluso a proyectar más cualidades deseables en quienes consideramos atractivos (los consideramos mejores, con más capacidad en el trabajo, más sensibles, más persuasivos y más sociables y viceversa, aunque también se les suele atribuir el ser vanidosos y egoístas)


Morales nos ofrece diversas explicaciones del por qué preferimos a las personas hermosas,al margen de la recompensa estética que obtenemos al mirarlas; por ejemplo:


1º.- El conocido “efecto de halo”nos hace suponer que quien tiene una buena cualidad también tendrá otras; y eso se cumple cuando percibimos a las personas como atractivas, aunque las mujeres muy atractivas suelen ser evaluadas como más casquivanas, vanidosas, engreídas o menos competentes y, a veces, también los hombres si no van acompañados de rasgos “viriles”.


2º.- Por otro lado, cuando vamos con una persona atractiva (y más si nos asociamos a ella) ese efecto halo también nos alcanza, viéndose favorecida nuestra imagen, como si quedásemos impregnados o irradiados por su belleza.


3º.- Las personas que creen en un mundo justo piensan que cada uno tenemos lo que nos merecemos y nos merecemos lo que tenemos; así la gente atractiva ha de tener otras características positivas y ha de triunfar en la vida.


4º.- En el caso de los hombres, en sus relaciones con las mujeres, los más atractivos tienden a comportarse de forma que se les valore mejor, lo que aumenta su atractivo, pues al mantener más interacciones con las mujeres desarrollan más habilidades y competencias sociales; sin embargo en el caso de las mujeres esto no se cumple, de hecho las chicas muy atractivas, paradójicamente, no tienen más interacciones con los varones que las menos agraciadas (pues los chicos “no se atreven” a cortejarlas a éstas por temor al rechazo) y, de hecho, son menos asertivas y más temerosas con los varones que las menos atractivas


5º.- A todo ello debemos sumarle nosotros el que por estereotipos atávicos la hermosura física (“apariencia sana”) ha sido tradicionalmente asociada a una buena salud y a una mejor capacidad erótica y reproductiva. De hecho ya Francis Galton constató que un rostro hermoso ha de ser más bien simétrico y sin imperfecciones o marcas


¿QUÉ TIPO DE MUJERES ATRAE A LOS HOMBRES?:


En términos generales, la atracción sexual se basa en la diferencia entre los sexo, en virtud de ello, los puntos de máxima diferenciación resultarán los más atractivos –dentro de lo razonable–. De hecho el fundamento de los tratamientos de belleza y del maquillaje es subrayar los aspectos del rostro femenino que difieren del masculino (labios más llenos, cejas más finas, piel más suave, ausencia de vello). De este modo, un pecho prominente suele considerarse atractivo, mientras conserve su firmeza, al igual que una cintura estrecha y las caderas relativamente anchas (como se habrá adivinado, la mayoría de estos atractivos tienen un fundamento biológico-reproductor; aunque otros –como las uñas y cabellos largos– están condicionados culturalmente).


En este marco, se ha clasificado tradicionalmente a los hombres en tres grupos:


• amantes del busto

• amantes de las nalgas

• amantes de las piernas


lo cual correlaciona con distintos tipos de personalidad.

Eso sí, los tres grupos coinciden en valorar una apariencia sana y unas pupilas dilatadas (“ojos interesantes”, de ahí la utilización de colirios y belladona por parte de las mujeres).


¿QUÉ TIPO DE HOMBRES ATRAE A LAS MUJERES?

Aquí, sin embargo, los datos no son tan simples pues las mujeres conceden menos importancia al atractivo físico que los hombres basando sus preferencias en criterios más complejos y variables entre los que destacan el éxito, el poder, la categoría social y el sentido del humor. De hecho, y contrariamente a lo que muchos hombres creen, ellas raras veces se preocupan del tamaño de sus biceps o de las dimensiones de su pene (a este respecto es curioso el constatar que la idea que tienen los hombres de lo que es físicamente atractivo para las mujeres está equivocada –basada más en criterios homosexuales que heterosexuales– al igual que sucede con las mujeres, puesto que el tipo delgado andrógino-anoréxico de mujer gusta más a las mujeres que a los hombres.

El físico masculino favorito para las mujeres –en nuestra cultura– presenta piernas delgadas, un abdomen delgado/medio y un torso entremedio y grueso (no excesivamente musculoso), siendo las nalgas pequeñas y prietas. El atributo más admirado en los hombres junto a una figura esbelta –vientre liso– y unos ojos expresivos. La silueta general más atractiva es en forma de V y, la menos popular, la figura en forma de pera (torso estrecho y abdomen/barriga grueso).


Curiosamente las mujeres “más tradicionales y maduras” manifiestan preferencia por figuras más gruesas que las “liberadas y jóvenes”.

Un factor importante también es el de la estatura relativa: el varón resulta más atractivo cuando es entre diez y quince centímetros más alto que la mujer. De igual modo, el varón suele ser, como media, unos tres años mayor que su compañera, en base a la maduración más temprana en las mujeres; siendo más atractivo –en términos medios– el varón maduro que la mujer añosa, de modo que la apetencia o valor de cambio de un hombre suele mantenerse o aumentar pasada la juventud, en tanto que el de la mujer comienza a disminuir puesto que el atractivo físico (de importancia primordial en las mujeres) es un atributo que suele perderse con la edad, mientras que el éxito y el poder tienden a aumentar con los años.


De hecho, si los hombres y mujeres hubieran de emparejarse cuando ambos estuvieran en su punto culminante, la relación típica sería la de un hombre en la cuarentena y una chica de unos veinte años.


Se constata, en suma, que el atractivo físico posee un valor de cambio más elevado para una mujer que para un hombre, donde es más importante la categoría social, el éxito y la competencia/dominancia. De forma simplista se podría afirmar que como media, las mujeres buscan hombres socialmente dominantes, mientras que los hombres buscan mujeres físicamente atractivas; ambos sexos –por supuesto– están interesados también por otras cualidades (bondad, inteligencia, generosidad, sentido del humor) pero posteriormente.


De todos modos, es curioso el constatar que el atractivo físico suele estar nivelado en las parejas ya formadas puesto que por el temor al rechazo y el “nivel de expectativas subjetivo” la gente suele cortejar y emparentarse con personas de atractivo físico no demasiado distinto al propio (Hipótesis del emparejamiento).


Para finalizar este apartado sobre la apariencia física y el atractivo presentamos una tabla en la que aparecen jerarquizados los atributos deseables, según el sexo opuesto, en los hombres y mujeres.






C) OTRAS CARACTERÍSTICAS:

Ahora bien, cuando se alcanza un determinado grado de estabilidad e intimidad en la relación de pareja, para su supervivencia intervienen de forma más importante otras cualidades como la inteligencia, la competencia profesional, el nivel cultural, la sensibilidad, la sinceridad, la honestidad y la lealtad, la alegría, la empatía etc.

De igual modo correlacionan con la estabilidad de la pareja los estados anímicos de alegría, serenidad y placer, siendo distorsionantes la tristeza y la melancolía... En suma se desea también en el otro afecto y competencia.


Además, como se comentó más arriba, ambos sexos también valoran otras características personales como la semejanza, la complementariedad y la reciprocidad.


* La semejanza: No solo en atractivo físico, sino en valores, actitudes y opiniones, de modo que cuanto mayor es la semejanza en estos aspectos mayor es la atracción y la armonía; teniendo también importancia la semejanza en procedencia étnica y geográfica, religión, nivel cultural y clase social.


* La complementariedad: Aunque la semejanza es reforzante, cierto grado de discrepancia es también deseable si es estimulante y reforzante, sobre todo en las motivaciones y deseos.


* La reciprocidad: Conocida ahora como “química mutua” se basa en la constatación de que nos comportamos mejor y, así, resultamos atractivos a aquellas personas que nos atraen. Así el percibir que otro individuo nos estima o se siente atraído hacia nosotros suele provocar que nos sintamos atraídos por él y viceversa. Lo contrario sucede cuando percibimos que no nos estiman; esas personas tampoco nos caen simpáticas... De este modo las filias y las fobias suelen ser mutuas.